Este blog nace como un punto de encuentro y red de asociados y simpatizantes de Valencia a Ciutadans de Catalunya, invitando a los del resto de España y Europa a participar en él. CIUDADANOS LIBRES no es una estructura orgánica de Ciutadans ni representa a esa organización, sino que es una plataforma de difusión de CdC y canalización de apoyos a esa iniciativa y a todas las que luchan por la libertad de expresión, la igualdad de los ciudadanos ante la ley y la garantía en el ejercicio cotidiano de sus derechos.

Nuestro objetivo es contribuir a recuperar una normalidad y pluralidad democrática hoy alterada por el auge de los nacionalismos excluyentes y su dominio de la vida y opinión públicas, que nos permita invertir la actual miseria de la política para poder dedicarnos a ella. Luchar contra la confusión interesada entre tribu y modernidad es nuestro primer objetivo. Y recordar la riqueza de la diversidad social y la soberanía del ciudadano frente a la mezquindad de la nación como ficción.

El Manifiesto que aparece en este Blog -más abajo y en varios idiomas- es nuestro origen y reclamo de adhesiones al proyecto político de Ciutadans, en la aventura común de contribuir a recuperar la libertad y la dignidad como ciudadanos.

domingo, mayo 21, 2006

Proyecto Gran Símil

El simio es el nuevo límite inferior del proyecto Gran Símil, de la igualdad como medio para conseguir la igualación de individuos, es decir, ignorar las diferencias entre ellos para suprimir su autonomía, su facultad de obrar, su misma capacidad de decisión. Una vez decretado el todos iguales, la integración es automática y la cohesión social el final del proceso nutrido por los valores igualitarios. Por más evidente que sea el objetivo de mayor control del ciudadano por parte del poder con este tipo de mecanismos, no menos necesario es su denuncia.

Con la extensión de derechos humanos a los grandes simios antropoides sin su corolario de deberes (la obligación ante el mono es nuestra), se extiende también su falta de responsabilidad al humano, siguiendo con el habitual proceso de otorgamiento estatal de derechos sin obligación correspondiente del supuesto beneficiario, con lo que la concesión, gestión y supresión del derecho queda en manos exclusivas del poder supremo, a expensas de su gracia y a riesgo de nuestra desgracia. Cuando es precisamente en el ejercicio del deber y en su consiguiente derecho a exigir donde está la autonomía del individuo y su capacidad de interlocución con el poder y, por tanto, de rebelión posible.

La afirmación de los responsables del proyecto “Hoy sólo se considera miembros de la comunidad de los iguales a los de la especie homo sapiens”, confirma el objetivo. La ambición del invento y su condición fatal –‘iguales’- se proclama al decir: “La idea es radical pero sencilla: incluir a los antropoides no humanos en una comunidad de iguales, al otorgarles la protección moral y legal de la que, actualmente sólo gozan los seres humanos”. Esa protección moral y legal decreta la única jerarquía social que se permite, la del poder sobre el individuo, suprimida ésta entre nosotros. Así, cualquier intento del humano por distinguirse de su vecino a través del mérito de sus acciones es inútil por antisocial, por insolidario y contrario al principio de la igualdad. Y, suprimida la utilidad del mérito, se niega la distinta capacidad de cada uno, es decir, su aptitud, imponiéndose una común actitud a todos.

Si somos iguales por naturaleza, ¿para qué esforzarse? Todo afán de distinción queda como una reacción al avance igualitario, un gesto mal visto por la comunidad que obliga al individuo a esconder sus pretensiones en el anonimato. La vieja alma igualitaria de la izquierda patrocina el Proyecto Gran Simio con el aval a su presentación en el Congreso de los Diputados y la Proposición No de Ley que insta al Gobierno a declarar su adhesión al Proyecto Gran Simio. El histórico afán totalitario de los huérfanos del Muro se amplia con la inclusión del simio en la comunidad de clones.

En tiempos de supresión de barreras arquitectónicas, académicas, psicológicas, los promotores titulan militarmente el proyecto, ‘derribando la barrera de la especie’, un gerundio que demuestra el proceso. Con la igualación entre especies se neutraliza el efímero éxito de los ensayos de darwinismo económico que comenzaron en los 80 y vuelve el creacionismo como doctrina de ordenación social. No importa la evolución ni la genética –esa calderilla de tan sólo el 1,6% de diferencia genética con el chimpancé-, sino la integración de distintos para su disolución en iguales. Aún menos importa la ignorancia que exhibe la reducción de la genética a la aritmética.

Dicen que el modelo del proyecto es la ‘sociedad anti-esclavista’; otra vez la negación de la jerarquía que conduce en el límite a la condición de máximos esclavos, reducidos a todos iguales, dispersos, disueltos y concentrados en la mendicidad del poder y en la esperanza de su concesión de derechos.

Las mónadas de Leibniz obligadas a hacer monadas.