Este blog nace como un punto de encuentro y red de asociados y simpatizantes de Valencia a Ciutadans de Catalunya, invitando a los del resto de España y Europa a participar en él. CIUDADANOS LIBRES no es una estructura orgánica de Ciutadans ni representa a esa organización, sino que es una plataforma de difusión de CdC y canalización de apoyos a esa iniciativa y a todas las que luchan por la libertad de expresión, la igualdad de los ciudadanos ante la ley y la garantía en el ejercicio cotidiano de sus derechos.

Nuestro objetivo es contribuir a recuperar una normalidad y pluralidad democrática hoy alterada por el auge de los nacionalismos excluyentes y su dominio de la vida y opinión públicas, que nos permita invertir la actual miseria de la política para poder dedicarnos a ella. Luchar contra la confusión interesada entre tribu y modernidad es nuestro primer objetivo. Y recordar la riqueza de la diversidad social y la soberanía del ciudadano frente a la mezquindad de la nación como ficción.

El Manifiesto que aparece en este Blog -más abajo y en varios idiomas- es nuestro origen y reclamo de adhesiones al proyecto político de Ciutadans, en la aventura común de contribuir a recuperar la libertad y la dignidad como ciudadanos.

domingo, septiembre 24, 2006

Hablar libremente en Cataluña

Ciutadans representa la posibilidad de hablar libremente, de no tener que esconderse en los círculos más íntimos y estériles socialmente para opinar y hacer. Hablar y actuar en público sin tener que pedir excusas previas a tus interlocutores, sin tener que dar explicaciones del tipo “yo no soy de derechas; yo no soy españolista, pero...”, sin tener que arrastrar complejos de marginalidad al mercado, a la escuela, a la fábrica, a la oficina, a la universidad, a la calle. No es sólo sentir el orgullo personal de poder hacerlo sino la certeza de no tener que recluirse en exilios interiores. La alegría, incluso la euforia, de poder salir de la mesa camilla. Ése es su origen, el motivo de su rápido éxito y la garantía de su consolidación por encima de resultados electorales. Siempre que Ciutadans entienda que su destino no son dos parlamentarios regionales.

El escritor húngaro Sándor Márai termina exiliándose de su país en 1948 no por la censura que llevaba soportando desde la ocupación soviética al final de la segunda guerra mundial, sino porque el miedo que se había instalado en la sociedad por esa opresión le hace darse cuenta de que ni siquiera puede callar libremente. Había regresado apresuradamente a Hungría desde Francia por la necesidad de vivir y escribir en su lengua, única en el mundo y limitada a su país. Dice: “Yo había regresado a mi país con mucha prisa porque quería vivir en el ámbito de la lengua húngara. Había aceptado la idea de que –por un periodo indeterminado, quizá muy largo- no existiría para mí un ambiente apropiado para dirigirme al público.” Ese periodo ha sido muy largo en Cataluña pero ya no es indeterminado. Se vislumbra su fecha de caducidad. Ahora hay ciudadanos y organizaciones dispuestos a recuperar su sentido y medida del tiempo. No es la censura ni la colonización comunista las que expulsan a Márai, sino la prohibición de callar libremente que se extendió en su país, el hecho de que su silencio no fuera interpretado como defunción intelectual y espiritual.

Callar, como hablar libremente, es también una opción democrática que en Cataluña no se puede ejercer sin caer en la complicidad pasiva con el actual estado de opinión y sentimiento reinante. Ese silencio, esa falsa comunión de todos los catalanes con un proyecto excluyente de si mismos es un estado líquido que invade toda relación entre vecinos y toda reacción personal. Una comunión que deja al ciudadano ante la opción de sentirse extraño en su propia comunidad, de tener que salirse de misa para refugiarse en su casa, o de tener que sumarse a la corriente que domina el país. Iniciativas como Ciutadans ofrecen al ciudadano la posibilidad de romper esa condena esquizofrénica.

La patria no es la lengua –ni siquiera para un escritor- sino la convivencia definida por la posibilidad de expresarse y callar libremente. La patria catalana no es sus dos lenguas propias (castellano y catalán, por orden de circulación, hay que recordar la evidencia) sino lo que se vive a través de ellas. No los valores improvisados por las leyes nuevas y urgentes, sino las costumbres que han quedado como sedimento heterogéneo de las experiencias y relaciones personales practicadas durante siglos. Esas mezclas que son las vigentes y sobrevivirán a esta situación de uniformidad si alguien las reivindica. Cuando el clima político de un país lleva a la abstención de sus ciudadanos, el silencio no es libre porque deja de ser una actuación pública con significado político. La palabra política ha sido entonces arrendada por el gobernante, el cual nos paga en sentimientos de superioridad frente a países mesetarios y folclóricos. Exigir la devolución de esa palabra política es lo que está haciendo hoy Ciutadans con actos como el apoyo al pregón en castellano de Elvira Lindo, al que se ha reaccionado con el funeral de los paraguas negros. Recuperar los símbolos es la clave de la lucha política. Sacarlos del almacén de diseño del nacionalismo y señalar alegremente que están podridos, disfrutando cuando aparezcan los primeros síntomas de vergüenza en las caras de los custodios.

jueves, junio 15, 2006

La importancia del NO en el referéndum.


¿Hace falta un mínimo de ‘noes’ para que el ciudadano sobreviva con alegría al poder unánime y a la nación uniforme como tapadera de su libertad?

Supongamos que en Cataluña existe una sociedad diversa y compleja, pero que el pluralismo político se ha visto reducido no por falta de partidos, sino por la colusión de intereses entre los mayoritarios, tanto los del gobierno autonómico como el de refresco (CiU) Ese paisaje político unánime se ha traducido en una cultura política uniforme y gris, impuesta unilateralmente desde las instituciones, tanto de gobierno como de sus apoyos económicos, mediáticos y ciudadanos, activos o condescendientes. La unanimidad del cuatripartito quiere que la sociedad catalana sea uniforme y lo declara en el Preámbulo del Estatuto que se vota el próximo domingo: “el parlamento de Cataluña, recogiendo el sentimiento y la voluntad de la ciudadanía de Cataluña, ha definido de forma ampliamente mayoritaria a Cataluña como Nación.”

Por lo tanto, está en juego mucho más que una reforma administrativa de competencias o un nuevo modelo de organización territorial del poder. Está en juego la misma ciudadanía, la diversidad de la vida cotidiana en sus ámbitos públicos de actuación, el institucional, laboral, cultural. Hay dos ámbitos principales de intervención pública y de relación del ciudadano, el social y el parlamentario / político profesional. En ambos se debaten asuntos políticos y existe una diversidad política en el campo social que hoy no tiene correlato en el parlamentario.

El cuerpo social transfiere la decisión política al parlamentario (o político profesional) mediante el voto, pudiendo rescindirle el contrato (o mejor, cambiar de contratista) si éste último se apropia indebidamente de él. Esto es lo que ha sucedido en la vida pública catalana. La casi unanimidad parlamentaria catalana en el proyecto de reforma del Estatuto ha decretado la uniformidad social. En ese diktat está el robo de la libertad y de la capacidad de crítica al poder por parte del ciudadano.

Unanimidad política no es uniformidad social. En esa identificación hay un sesgo dictatorial: la unanimidad parlamentaria pretende definir la uniformidad social, con lo que a la sociedad no le queda más salida que impugnar tal supuesta correlación votando en contra no sólo del Estatuto, sino también de la transferencia vitalicia de su capacidad de decisión al político. Es decir, pidiendo que la clase política catalana, convertida en oligarquía en este momento histórico, devuelva la soberanía cultural –o sea, de la vida cotidiana- a la sociedad, ya que esa cultura política es común y compleja por naturaleza o no es. Una cadena de transmisión sociedad – clase política – cultura política, que hay que romper con el voto y con actos políticos (CdC partido político, por ejemplo) que recuperen el pluralismo en esos distintos ámbitos.

Para romper ese fatalismo idílico al que nos quieren condenar vendiéndonos el Estatuto como bueno para Cataluña, hay que conseguir en el referéndum un % de voto contrario suficientemente significativo. Una masa crítica que permita sobrevivir a su vigencia y aplicación y que sirva para impugnar la uniformidad social y cultural que los nuevos oligarcas se encargarán de recordarnos a diario. Para que no puedan decir "ya no es sólo el Parlamento catalán; ahora es el pueblo". O sea, una masa crítica contra el Pueblo como excusa de dominio.

El último factor para comprobar si la sociedad catalana es efectivamente diversa es la abstención, la posible indiferencia en forma de abstención alta. La indiferencia es una forma pasiva, o inversa, de uniformidad social. Veremos qué sucede el día 18.

sábado, junio 10, 2006

Montenegro no es más libre

(El Lissitsky)

En su artículo sobre
‘Cataluña libre’ (El País, 27 de mayo de 2006), J.M. Colomer consigue demostrar lo contrario de lo que pretende (o las ‘mentiras condensadas’):

1. Afirmación: “La proliferación de países independientes en Europa y en el mundo es un éxito de las nuevas oportunidades de gobierno democrático” Refutación: Los nuevos países independientes en Europa no surgen de un proceso democrático sino de la desintegración de la Unión Soviética, de Yugoslavia o por colusión de intereses estratégicos y económicos de los grandes Estados de la UE y con la tutela de ésta: Macedonia, Montenegro ahora, Kosovo pronto. Chequia y Eslovaquia son el único caso mixto de separación por consenso de sus gobernantes, más que de sus poblaciones, e interés geoestratégico tanto de la UE –en particular, Alemania- como de Hungría y sus vecinos eslavos, y de Rusia. Es, por tanto, una proliferación de estados independientes que nada tiene que ver con la democracia. Letonia, Bielorrusia, Moldavia son estados con menor libertad –y menos expectativas de conseguirla- para sus ciudadanos que en la última época de Gorbachov.

2. Afirmación: “En los grandes Estados, si son democráticos, en el mejor de los casos gobierna una mayoría” Refutación: Si no gobierna una mayoría, aunque sea minoritaria, no es democrático el Estado en cuestión. Aquí se le nota la prisa en formular la premisa para llegar a la conclusión siguiente:

(EL Lissitsky, 'Worker and peasant', Photocollage. 1931)

3. Afirmación “Pero con la creación de las nuevas unidades políticas, las minorías estatales pueden convertirse en mayorías locales, de modo que aumenta el número total de individuos cuyas preferencias coinciden con las de su gobierno” Refutación: la ciudadanía política se cumple más cuando el gobierno coincide (representa) con las preferencias de los individuos que a la inversa. La diversidad se reduce cuanto mayor sea la comunión de la ciudadanía con los gobiernos, siempre que esa comunión derive de que la oferta política del gobierno aspirante a la independencia genera la demanda de unidad cultural y social de la mayoría de los ciudadanos. Es el caso catalán.

La tesis de Colomer demuestra que la creación de esas nuevas unidades políticas es inducida por los gobiernos locales en función de sus intereses y con ambición de formar estados menores para librarse del control estatal. El actual monolitismo político y cultural de Cataluña demuestra esa inducción, ya que la sociedad –los ciudadanos- es diversa por naturaleza. Los Estados mafia de Montenegro, Macedonia, Bielorrusia y Moldavia demuestran el verdadero origen e interés de las élites promotoras de la independencia. La supresión de derechos ciudadanos a la población de origen ruso en Letonia (45%) es una prueba más de limitación de la participación democrática de los ciudadanos, y no de aumento.

(Code and image from "Two Squares" computer 'animation' influenced by El Lissitsky, 1987)

4. Afirmación: “Las nuevas oportunidades de autogobierno democrático de las comunidades pequeñas se derivan sobre todo de los grandes mercados y los bienes públicos de gran escala provistos por los amplios acuerdos comerciales y militares internacionales y las unidades de tamaño imperial como la Unión Europea, las cuales convierten a los estados tradicionales en menos necesarios y más engorrosos.” Refutación: en economía el tamaño sí importa; sin masa crítica suficiente las comunidades pequeñas no son atractivas ni viables para las inversiones decididas por “los grandes mercados”.

Especialmente para los bienes públicos de gran escala, que son provistos a los grandes Estados quedando los idílicos pequeños como estaciones de paso. Energía y mercados financieros lo demuestran. Sucede a escala micro (pymes-grandes empresas) y entre países. La capacidad de atraer inversión exterior por parte de una comunidad pequeña es mayor si pertenece a un Estado grande debido al multiplicador de infraestructuras, mercado y seguridad jurídica que proporciona el Estado-nación clásico, lo cual es mucho menos engorroso para los grandes agentes económicos internacionales. El tamaño y la incertidumbre legal, cuando no la inestabilidad política, de los nuevos países pequeños aleja al dinero.

Del mismo modo que la gigantesca falta de ortografía que comete Colomer al escribir Cataluña como Montenegro aleja la verdad del lector.

Antifranquistas vitalicios

(Michael Hasband, 'Blue Man Group', 1991)

“Recuerdo que en mis gloriosos tiempos de heroico luchador antifranquista (ahí queda eso)...” (artículo de Vicente Jarque, ‘Levante’, 19 mayo 2006)

Lo admirable del antifranquismo es su vigencia y su influencia. El desparpajo que da la salud y la nómina.

Si yo hubiera sido antifranquista no lo diría, porque se lucha contra una dictadura de oficio, cuando es por una democracia y, conseguida ésta, ese pasado obvio del demócrata se disuelve en la discreta elegancia del silencio. También se puede haber sido antifranquista como partidario de una dictadura simétrica, en cuyo caso hay que seguir pregonándolo porque la democracia resulta inhóspita y el objetivo totalitario eternamente lejano. Con reconfortantes triunfos parciales, eso sí, sobre todo culturales. Como cuando un consejo de administración y su cuota consorte canta l’Estaca para aglutinar a un pueblo. Tranquiliza la travesía de su desierto ideológico.

El tiempo del antifranquista de guardia es el presente continuo y necesita la medalla retrospectiva como título que le exima de la contrastación pública de sus pregones con la realidad, de la crítica de terceros, o sea de la misma política. También le excusa de analizar, de pensar, aunque su objetivo último no es acomodar su páramo personal sino conseguir que la política sea un reflejo pavloviano de sus consignas, de sus reacciones, un espejo de su añoranza. Una relación especular con los demás que no quiere dejarnos más sitio que el coro de sus marchas militares.

Cuando la generación Petit de antifranquistas adoptó a ese intelectual suplente para llenar las alforjas vacías que había heredado, pareció una promoción de ascenso de un nuevo republicanismo. Pero hicieron todo lo contrario, licenciaron al prestamista de refritos y se acogieron a baldío ideológico. Volvieron al filón de sustituir el pensamiento por la emoción, el matiz por la reacción, el debate por la certeza y el riesgo de la política por la póliza de seguros de la memoria histórica.

Fue ingenuo pensar que el antifranquismo tenía fecha de caducidad, que muerto el perro se acabó la rabia. Eso era lógica política, otro país. El antifranquista es una especie que se renueva con nuevas generaciones, una licencia vitalicia para convertir opiniones ajenas en disidencias, una fábrica a pleno rendimiento de cultura popular. Se ve en las series de televisión, en la publicidad, la pana y la trenka tuneadas en prototipos de cuota y etnia que saca cada temporada. Este tipo tan actual y orgánico de anti es un okupa del poder, con el lastre de su pasado y el vacío de su futuro a nuestras espaldas, y no le queda otra salida que arreciar en sus cantos sagrados para que no le veamos en cueros mentales y políticos.

Nación y Estado

(David Lachapelle, 'Britney Spears Hot Dog Vendor', San Diego 2000, © by David LaChapelle)

1. España es una nación (supuesto)
2. Una nación se compone de geografía, historia, cultura, instituciones convertidas en usos y costumbres, relaciones, sentimiento colectivo, símbolos, identidad frente a terceros.
3. El Estado organiza y gestiona esos elementos en competencias y a través de varios modelos posibles: centralizado, desconcentrado, descentralizado.
4. Cualquiera de los elementos que componen una nación es común a sus miembros y, por tanto, no exclusivo de ninguno. Luego las competencias –titularidad jurídica de esos elementos- son propias del Estado y comunes a sus partes.
5. Por tanto, ninguna de las partes de la nación puede atribuirse la competencia exclusiva de alguno de sus elementos, ya que la y lo sustraería al resto.
6. Es naturaleza y función del Estado la gestión de esas competencias; luego es su responsabilidad evitar la tentación de atribución exclusiva por alguna de sus partes. Las Comunidades Autónomas son Estado.
7. El flamenco, la sardana, el jamón de Guijuelo y una playa son manifestaciones de una cultura común o accidente de una geografía, pero no son partes independientes de tal cultura o geografía. No son el elemento del que forman parte ni la competencia que los organiza. El ejercicio de las competencias correspondientes a cultura y geografía son:
a) ordenación y gestión cultural (y sanidad alimentaria para el jamón)
b) ordenación del territorio, urbanismo y medio ambiente.

8. Luego la titularidad y gestión del flamenco, la sardana, ese jamón y una playa son parte de su correspondiente competencia que, a su vez, no es divisible, aunque sí se puede compartir en un modelo descentralizado.
9. Las competencias exclusivas son una incongruencia en un Estado-nación (q.e.d)
10. Tener que recordar obviedades cansa pero obviarlas puede llevar a la extensión del día del orgullo friki en el calendario.

domingo, mayo 21, 2006

Formación de la Ciudadanía

(Andy Warhol, 'Green Coca-Cola Bottles')

Jonathan, hijo:

Sabrás que se ha aprobado la nueva ley de educación y, con ella, la asignatura de Educación para la Ciudadanía, que pronto te tocará disfrutar. El Consejo (así nombraban antes al gobierno, residuos de la etapa tribal, que ahora vuelve) barajó varios nombres, entre ellos el más descriptivo de ‘Cómo ir de rebajas sin mala conciencia’, pero al onanista le pareció demasiado evidente. Un detalle por su parte. Con tu perspicacia de adolescente te habrás dado cuenta del dirigismo que indica la denominación de Educación para la Ciudadanía, tú como objeto a modelar, a diferencia de sus antecesoras, Religión y Ética, que con la modestia de su nombre ya demostraban ser externas en la formación de tu conciencia. ‘Marías’ se llamaban, que es el galardón de máximo respeto hacia el alumno a que puede aspirar una disciplina. En mi infancia tuvimos algo equivalente a lo que ahora se te viene encima, Formación del Espíritu Nacional (FEN) se titulaba, que los internos del colegio desvelaron con su sabiduría agraria como FEM (estiércol, basura) Destina el nuevo invento al fem, ése será tu mayor acto de ciudadanía; aprovéchate del doble derecho de huelga y holganza que la ley te arroga para no ir a una clase que te clasificará.

Nos has reprochado durante mucho tiempo que tuviéramos que abandonar tu educación a muy temprana edad para llevarte a la escuela, como dices que decía el Rasel ése, pero ahora comprobarás cómo la vaselina de tu integración social se organiza en talleres divertidos. Un confidente me adelanta los trabajos de campo del diseño curricular:

1. Salvar una playa y pasar de largo ante un accidente en el camino; material didáctico que permite la conciliación de conciencias: el seguro del muerto.
2. El movimiento okupa, denuncia de la especulación inmobiliaria: taller conjunto con ese colectivo y presentación de libro en casa okupada (propiedad de los otros, de los rivales).
3. Cómo ser un no bebedor, un no fumador y un no drogadicto en la carpa del botellón.
4. Concilia tus pequeñas drogas con la ley: info para evitar que te pillen. Material didáctico: kit de consumo personal; orientación: consumo responsable.
5. Tu salud nos importa, es pública. Fichas con terapias alternativas y taller de homeopatía (duración indefinida)
6. Solidaridad con los animales; defiende sus derechos; actividad: manifestación ante la plaza de toros.
7. Paz para la resolución de conflictos; operación didáctica de mantenimiento de la paz: diálogo con compañeros equivocados (los que te robaron la moto) Objetivo ciudadano: reinserción social sin represión.
8. Tu derecho a decidir de hoy, la nación del mañana; ficha didáctica: educación colectiva en el divorcio sin crispación.
9. El espacio público como debate y negociación de propuestas: redacta tu propuesta en equipo teniendo en cuenta que todas valen igual y serán debatidas en asamblea. Guía visual: las ‘plazas duras’ como propuestas arquitectónicas (a ver quién las desmonta)

Verás que la asignatura no es dura, su evaluación tiene una sola nota: NH (nihil obstat, Jonathan, no es un hotel, contigo siempre igual) e incluye excursiones y actividades excitantes que serán el bromuro social de tu difícil adolescencia. Te irán dibujando una guía de buenos y malos con la etiqueta de integrados y apocalípticos y te otorgarán derechos sin deberes manifiestos. Desconfía de ellos, de esos derechos y de los mercaderes ambulantes que te los venden disfrazados de colegas, porque no tendrás más derecho que el que te dejen los demás después de impuestos, trabajo, modales y semáforos. Ésas son tus responsabilidades y cumplidas empieza tu libertad, nunca en los derechos que te obligan a una conducta social y a un modo de pensar que te reducen como individuo y anulan como ciudadano.

Dirás que no entiendes algunas de estas cosas; yo tampoco y no me quejo. Pero hazme caso, para ahorrarte años de ilusiones que te ocultarán el disfrute real de la vida. Me lo ha dicho el propio centinela de la alegría del pueblo, en uno de sus raros momentos de duda. Y el centinela está en el Consejo, Jonathan, sabrá lo que se dice.

(Andy Warhol, 'Sucess is a job in New York')

Proyecto Gran Símil

El simio es el nuevo límite inferior del proyecto Gran Símil, de la igualdad como medio para conseguir la igualación de individuos, es decir, ignorar las diferencias entre ellos para suprimir su autonomía, su facultad de obrar, su misma capacidad de decisión. Una vez decretado el todos iguales, la integración es automática y la cohesión social el final del proceso nutrido por los valores igualitarios. Por más evidente que sea el objetivo de mayor control del ciudadano por parte del poder con este tipo de mecanismos, no menos necesario es su denuncia.

Con la extensión de derechos humanos a los grandes simios antropoides sin su corolario de deberes (la obligación ante el mono es nuestra), se extiende también su falta de responsabilidad al humano, siguiendo con el habitual proceso de otorgamiento estatal de derechos sin obligación correspondiente del supuesto beneficiario, con lo que la concesión, gestión y supresión del derecho queda en manos exclusivas del poder supremo, a expensas de su gracia y a riesgo de nuestra desgracia. Cuando es precisamente en el ejercicio del deber y en su consiguiente derecho a exigir donde está la autonomía del individuo y su capacidad de interlocución con el poder y, por tanto, de rebelión posible.

La afirmación de los responsables del proyecto “Hoy sólo se considera miembros de la comunidad de los iguales a los de la especie homo sapiens”, confirma el objetivo. La ambición del invento y su condición fatal –‘iguales’- se proclama al decir: “La idea es radical pero sencilla: incluir a los antropoides no humanos en una comunidad de iguales, al otorgarles la protección moral y legal de la que, actualmente sólo gozan los seres humanos”. Esa protección moral y legal decreta la única jerarquía social que se permite, la del poder sobre el individuo, suprimida ésta entre nosotros. Así, cualquier intento del humano por distinguirse de su vecino a través del mérito de sus acciones es inútil por antisocial, por insolidario y contrario al principio de la igualdad. Y, suprimida la utilidad del mérito, se niega la distinta capacidad de cada uno, es decir, su aptitud, imponiéndose una común actitud a todos.

Si somos iguales por naturaleza, ¿para qué esforzarse? Todo afán de distinción queda como una reacción al avance igualitario, un gesto mal visto por la comunidad que obliga al individuo a esconder sus pretensiones en el anonimato. La vieja alma igualitaria de la izquierda patrocina el Proyecto Gran Simio con el aval a su presentación en el Congreso de los Diputados y la Proposición No de Ley que insta al Gobierno a declarar su adhesión al Proyecto Gran Simio. El histórico afán totalitario de los huérfanos del Muro se amplia con la inclusión del simio en la comunidad de clones.

En tiempos de supresión de barreras arquitectónicas, académicas, psicológicas, los promotores titulan militarmente el proyecto, ‘derribando la barrera de la especie’, un gerundio que demuestra el proceso. Con la igualación entre especies se neutraliza el efímero éxito de los ensayos de darwinismo económico que comenzaron en los 80 y vuelve el creacionismo como doctrina de ordenación social. No importa la evolución ni la genética –esa calderilla de tan sólo el 1,6% de diferencia genética con el chimpancé-, sino la integración de distintos para su disolución en iguales. Aún menos importa la ignorancia que exhibe la reducción de la genética a la aritmética.

Dicen que el modelo del proyecto es la ‘sociedad anti-esclavista’; otra vez la negación de la jerarquía que conduce en el límite a la condición de máximos esclavos, reducidos a todos iguales, dispersos, disueltos y concentrados en la mendicidad del poder y en la esperanza de su concesión de derechos.

Las mónadas de Leibniz obligadas a hacer monadas.

Urbanismo de socorrista

(Le Corbusier, 'Palace of Soviets')

Empieza la sucesión de golpes de pecho por lo que los palmeros de ayer empiezan a llamar hoy ‘deriva confederal’. Al ‘no es esto, no es esto...lo que creí votar’ de Guerra se adelantó Enrique Gil Calvo, quien afirma en su pedernal de ‘El País’ (3 abril): “Hay que detener la actual deriva del modelo autonómico, que se precipita hacia el confederalismo por el goteo de concesiones bilaterales a la voracidad periférica. Y sobre todo necesitamos pactar la reforma del artículo 148/1/3ª de la Constitución para que el Estado central recupere las competencias de ordenación territorial y urbanística, como única forma de evitar que el cáncer de Marbella extienda su incontrolada metástasis por todos los municipios destruyendo el suelo español.”

Ha hecho falta Marbella, de un partido rival aunque con capacidad de abducción a algún propio, para que se asuste la conciencia antaño jacobina de los 80 y mudable por décadas. Para darle cuerpo al reclamo, se apuntan otros escándalos urbanísticos que justificarían el trabajo de orfebrería de engarzar las joyas que se van cayendo del neceser de lo plural. Aparecen en fila india Murcia, Valencia, pueblos canarios y pirenaicos de gobierno del rival, donde el urbanismo descentralizado hace estragos en la ordenación del territorio.

El enemigo se convierte en fuente inagotable de legitimación de la dispersión, por su contumacia centralista, y de la subsiguiente concentración, por su vocación depredadora. Depredator en la jaula de los jabalíes con el fotógrafo de la peluca filmando su propia mudanza como socorrista de ocasión.

¿Debe el gobierno dialogar con las mafias urbanísticas?

Entre las encuestas digitales (dirigidas) aún activas de El País, las dos más populares son:
Terrorismo, ¿Debe el Gobierno dialogar con ETA? 7.432 respuestas: 60% sí; 38%, no.
Fin de ETA, ¿Puede pagarse algún precio por el fin del terrorismo de ETA? 5.897 respuestas: 46% sí; 50%, no.

Las fases son diálogo, es decir, negociación, y pacto, es decir, cesión. El objetivo, la paz, o sea, la garantía de seguridad para el gobernado. El criterio que rige esas iniciativas políticas es la utilidad, no ningún principio ético –con su traducción jurídica- ni democrático, es decir, informador y organizador del Estado de derecho. Utilidad para conseguir la seguridad que, junto al bienestar económico, son los objetivos del ciudadano y sus guías de sumisión.

Aplicando el mismo criterio, objetivos y procedimiento para conseguirlos, manteniendo constante el supuesto externo (por comprobado) de los anhelos del ciudadano, ¿se puede objetar la primera pregunta?

El bienestar económico que produce el desarrollo urbanístico dirigido por esas redes de constructores, más la seguridad jurídica e inversora que daría la legalización de esas mafias, son logros que hacen necesario plantearse la conveniencia de dialogar con ellas. El sentido de la oportunidad y de la utilidad gobierna por encima de la política democrática hasta suplirla por una instrumental.

A esto se une la proliferación de organismos públicos que intervienen en el urbanismo, derivada de la transferencia de competencias a lo regional y municipal, lo que deja al gobierno central la competencia residual pero exclusiva de hablar, escuchar y negociar todas las propuestas, vengan de donde vengan si vienen en son de paz.Por lo tanto, más directamente: ¿Debe el gobierno negociar con las mafias urbanísticas?

sábado, mayo 20, 2006

Reducción de CCdC al tomillo de pelo

(David Lachapelle)

La noticia de El País sobre la presentación de CdC en Madrid se expone en forma de entrevista falsa del vampiro al payaso intruso en política:

El éxito de un payaso: “Albert Boadella llenó ayer hasta los topes el teatro Reina Victoria de Madrid”,
en el estreno madrileño de su nueva obra: “Estrenaba su nuevo partido, Ciutadans de Catalunya”,
una extravagancia más de incordio: “que será uno de los que promoverán el no en el referéndum del nuevo Estatuto catalán”,
gratuita, por joder y figurar: “Boadella explicó su motivo para meterse en política: "…por competencia desleal”,
de un bufón ajeno a la política: “Porque la farsa y la mascarada son mi terreno, y la política debería ser el arte de la sensatez" [Boadella] “Ahora en Cataluña, según él, no lo es. Se presentó como ‘bufón’” [El País]
con sus conocidos gags: “…dijo que su "tribu" tiene un problema: ‘Ha enfermado’”,
que celebró su público: “Su público se hartó de reír”,
salvo cuando se metió en historia y política: “Salvo cuando dijo que "la República de Weimar también enfermó y cayó en el nacionalsocialismo". Ahí sólo aplaudieron”,
con los secundarios de la función, su claque: “Junto a Boadella, presentaron Ciutadans Fernando Savater, Jon Juaristi, Rosa Díez, Francesc de Carreras y Arcadi Espada”,
y su nueva coreografía: “Todo precedido por un vídeo humorístico de cómo se extendió la "enfermedad" en los últimos 30 años en Cataluña”.

La ‘enfermedad’ diagnosticada por Boadella y despreciada y celebrada por el enfermo. Burdo error de EP el intento de ocultar CdC tras la genialidad de un cómico al que se presenta como payaso extraviado.

Al limitar la crónica a Boadella se hace una reducción de CdC basada en la asociación entre nuevo partido político y payaso. Y se presenta este proyecto como una fantasía de éste en contradicción con la realidad catalana, sembrando la especie de partido frívolo.

Zapatero y Kant

("Seed," Gilbert & George, 1984)

No, no hay sorpresa en la asociación. Kant anticipa a Zapatero al decir “Como el camino terreno está sembrado de espinas, Dios ha dado al hombre tres dones: la sonrisa, el sueño y la esperanza.”
La sonrisa, el talante confirmado por Moraleda como su principal activo, no resuelve el conflicto sino que lo barre debajo de la alfombra. Lo recicla en comedia. Es un decorado eficaz en una sociedad que quiere ignorar problemas.
El sueño, retrospectivo de un ideal, su república utópica. Produce el monstruo de la memoria histórica, con la garantía de veracidad que le da la ley.
La esperanza, los procesos –de paz, democrático-, que sustituyen la lenta e inflexible marcha del derecho.
Tres dones que dibujan a un inquieto recorriendo sin parar el tiempo y reduciendo el pasado y el futuro a presente continuo. Por eso cualquier suceso le entra en lo previsible.